Saltar la navegación

3.1 Fabricación y temple de los cinceles.

Los cinceles, fabricación y temple.

La manera de dar forma a un cincel es forjándolo: esta es la técnica más antigua y eficaz hasta nuestros días. Para su fabricación se utilizan barras de acero, que permiten templar las ¾ partes de su largo a partir de la punta, mientras que el resto se deja recocido permitiendo una mejor absorción del golpe del martillo que si estuviera templado. En los tiempos en que no existía el acero, los cinceles eran hechos de cobre, bronce u oro, pero una vez descubierto el hierro fueron suplantados por este. Tanto unos como otros eran sumamente maleables, por lo que el forjado era la única manera de darles la dureza necesaria para soportar el trabajo sin deformarse. 

El forjado es la concentración de material en una zona determinada de una pieza, a base de golpes. El metal es compactado y así se eliminan poros y cavidades. El hierro no se puede templar, se templa el acero que es una mezcla de hierro y carbono (0,03 % - 2,14 %). El acero es un material mucho más duro, que una vez templado es indeformable.

El temple como todos los tratamientos térmicos, es un proceso de calentamiento y enfriamiento, realizando este último con una velocidad mínima denominada crítica de temple. El fin que se pretende generalmente en este ciclo es transformar con el calentamiento toda la masa de acero en austenita, y después, por medio de un enfriamiento suficientemente rápido, convertir la austenita en otro microconstituyente muy duro denominado martensita. El enfriamiento del temple se puede efectuar en agua, en aceite o en soluciones salinas. Elegir uno u otro dependerá del tipo de acero de que se trate, y del uso que vayamos a dar a la pieza templada.

Puede ser que alguien haya oído hablar del revenido.... Después de templar, en la estructura del material se pueden presentar tensiones tan altas, que pueden aparecer grietas de temple y el material se puede quebrar como vidrio. Con el fin de eliminar estos fenómenos negativos y de dar al material "la dureza necesaria", se debe revenir después de templar. Esto significa que se calienta nuevamente. Las temperaturas de revenido se orientan conforme a la finalidad de empleo le la pieza de trabajo. En el caso de los cinceles no es necesario el revenido puesto que solo se templa una parte de los mismos, pero para evitar melladuras en la punta sí se pueden volver a calentar en la fragua, sin llegar ni mucho menos al rojo cereza, dejándolos enterrados en el carbón de la misma durante unos 20 minutos.

Resumiendo. El forjado sigue siendo el método por excelencia para la fabricación de cinceles, ya que nos permite hacerlos a nuestro gusto. También se puede optar por métodos más modernos utilizando máquinas para desbastar, como amoladoras o lijas de banda. 

El forjado brinda al cincel más dureza donde recibe los golpes del martillo y le confiere la suficiente tensión para que "corra" mucho mejor, eso sí, sin olvidarnos de templar la punta, y de que la parte central del cincel no lo esté para que, cómo he dicho antes, absorba mejor los golpes del martillo.

Aquí os dejo un ejemplo de templado de un cincel, que aunque es para otro uso, está realizado de una manera correcta por este señor uruguayo.

 

Licencia: dominio público